Primer y quinto sábado de mes en Tavira



Los primeros sábados de mes, la mañana es de Tavira, aunque también puede serlo el día entero, porque esta ciudad tiene los sábados una intensa vida cultural y social. Sin embargo, el primer y el quinto sábado del mes la ciudad cumple el rito de celebrar junto a su mercado la Feria de Velharias, de cacharros usados y antiguos que dan una vida especial a todo el entorno de su gran mercado. Es una excelente oportunidad de hacer compras diferentes y, a la vez, ricas, aprovechando la cita de esos saldos disparatados, con una visita a su gran mercado para comprar frutas, mariscos, frutos secos, hierbas aromáticas...

Después un rico almuerzo de pescados grelhados, un viaje en barco a la isla y un delicioso helado con música en el Jardín de Coreto, para poner la guinda a un sábado especial en esta encantadora ciudad.


Los primeros y quintos sábados del mes, desde bien temprano, las inmediaciones del Mercado de Tavira, junto a las famosas salinas artesanales de la localidad y el precioso Convento das Bernardas. Primero, de los vendedores de antigüedades y objetos usados, muchos de ellos extranjeros, que van instalando sus bártulos en la calle misma de uno de los laterales y, luego más tarde, de los visitantes, generalmente adeptos a este tipo de compras, que llegan hasta aquí ávidos de alguna ganga o con la ilusión de encontrar a buen precio una 'joya histórica'.


Y "haberlas, haylas". Las velharias de Tavira, según los expertos en el género, reúne a muchos coleccionistas y vendedores con interesantes mercancías.


Sillas y muebles antiguos, viejos aperos de labranza, ancianas puertas convertidas en espejos, pinturas, joyas, libros y muchos artículos disparatados se van agolpando sobre el bonito adoquinado portugués hasta primera hora de la tarde.



La cita crea una animación particular y única en el entorno del mercado, donde te puedes encontrar animaciones tan singulares y únicas como la de un simpático y viejo organillo.


Después de rebuscar y regatear, toca la visita al Mercado, ese gran y particular edificio en el que siempre, no sé el porqué, están presentes las grandes calabazas, junto a apetecibles pescados de la ría y un gran surtido de productos locales, que llegan de las localidades del barrocal algarvio y de la Sierra de Caldeirão.




Un denominador común de todos los mercados del Algarve es la gran cantidad de puestos con productos autóctonos y artesanales. Panes y dulces caseros, quesos, los aguardientes de Santa Catarina o Santo Estevão, miel, cestas...Aquí lo artesanal se acaba imponiendo a lo industrial.


Una mañana de compras cansa y cuando es al mercado, despierta poderosamente el apetito. Por eso, ese día aprovechamos, sobre todo si vamos con los abuelos, para darnos un 'atracón' de pescado en uno de nuestros rodizios favoritos, Restaurate Zé María & Lita, 'o rei dos grelhados', muy cerca de la estación de trenes.



Un lugar agradable, casero, con un personal atento y simpático y con un rico vino de la casa para acompañar grandes fuentes de pescado, sobre las que dejan caer pan tostado regado con un suave piri piri.


Para saciar el apetito tienes a tu disposición todo el pescado que seas capaz de comerte, junto con patatas y un rico picadillo de tomate, cebolla y pepino.


Zé Maria no tiene nada que ver con estos rodizios atestados de público. El salón es tranquilo, la calidad y variedad del pescado es excepcional y tiene unos magníficos postres caseros, como su tarta de 'trio algarvio' o el pudim, todo por no más de 15 euros por comensal.



La tarde en Tavira, cuando se trata del verano o los días calurosos o soleados de primavera y otoño, merecen una siesta o un paseo en la playa, en Barril, en Terra Estreita o en la isla.


Parece mentira que después de un día así queden ganas para algo más, pero en Tavira siempre hay ganas de no irse, de buscar algún mercado artesanal o de pasear por el Mercado de la Ribera, el Jardín de Coreto y la Plaza de la República con un rico helado de Delizia o Muxagata. 


No hay nada como despedir un sábado junto al rio Gilão, viendo esconderse el sol sobre el castillo y el 'reloj' de Tavira.

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